sábado, 14 de enero de 2017

La Cultura de la Violación y Marmalade Boy 1/2

No vi en su momento "Marmalade Boy", en España "La Familia Crece". Pero desde hace un par de semanas la estoy viendo y me doy cuenta de una serie de detalles que, más de veinte años más tarde, tienen una perspectiva distinta y pueden arrojar luz a una serie de actitudes que entran en lo que se conoce actualmente como "La Cultura de la Violación".

Por ello, no voy a entrar en la calidad del dibujo (que a veces parece que los personajes tienen graves problemas para mantener sus partes juntas, que los fondos a veces están realizados con un pie) ni del guión (que siendo propio de una telenovela me da algunos momentos más divertidos de lo que esperaba). Me centraré en el siguiente artículo en cómo es un ejemplo perfecto de Cultura de la Violación revestida de romanticismo, que es su forma más insidiosa y perniciosa.

Pero para empezar, veo necesario hacer unas notas de qué es la Cultura de la Violación y por qué es importante.
Si ya tiene usted esta información, no dude en saltarse este epígraf y dirigirse directamente a "El beso robado".
Si usted tiene esta información y, además, considera que son fantasías y que no existe, le ruego que cierre esta página por la propia seguridad de su alma pura, inocente y errada.

La Cultura de la Violación para Dummies

La Cultura de la Violación es la denominación de una serie de actitudes aceptadas en la sociedad que favorecen o aumentan el riesgo de agresiones sexuales.
Estas actitudes son lobos con piel de cordero, parecen inocentes al ojo desentrenado y puede estar cometiéndolas usted mismo en este instante sin darse cuenta, sin mala intención. Han sido aprendidas como parte de su Cultura, entremezcladas en el lenguaje cotidiano, entretejidas en historias populares y en dichos de viejas, hasta tal punto que sólo un trabajo activo y voluntario permitiría detectarlas como tales.

Vamos a poner un par de ejemplos.

"¿Así vas a salir vestida?" 

No es un hombre falocéntrico opresor cis-heteropatriarcal quien está diciendo esto. Es una madre o un padre que tienen miedo. Miedo al "qué dirán" algunas veces, pero no siempre. La mayor parte del tiempo es miedo porque "hay mucha gente mala por ahí".
Que la hay.
Eso es Cultura de la Violación. Es la víctima quien tiene que prevenir "tentar" (y pongo las comillas con toda mi intención) al potencial agresor.
Y me dirán ustedes que no vamos por ahí agitando la cartera para que la gente vea que tiene minolles y minolles de lerus frescos para robar, pero esa comparación no es del todo acertada. Porque todos sacamos nuestros móviles, más o menos caros, y chateamos con ellos, los usamos para navegar por internet e, incluso, para llamar por teléfono. Todos aireamos esos aparatos electrónicos que cuestan más que lo que la mayoría llevamos en la cartera. 

¿Acaso culparía usted a alguien de que le roben el móvil en su cara mientras estaba usándolo para orientarse en una ciudad que no conoce?

Y por otro lado tenemos en verdadero error de ese argumento: un delito sexual no es un delito de hurto.
Porque al comparar un hurto con una violación, al comparar una forma de vestir con airear un valor material, estamos entrando en uno de los juegos que favorecen la Cultura de la Violación: la cosificación.

La mujer, su sexualidad, no es un objeto con el que se pueda negociar ni un valor material que pueda cuantificarse con dinero.
(Tampoco en el caso de la prostitución).
La mujer es, en definitiva, una persona. No es "la mujer", es una persona que, entre sus características, tiene el sexo femenino (independientemente si es genético, gonadal, psíquico o emocional: para todo este artículo consideraremos sexo femenino cualquiera de los anteriores, coincidan o no en una persona). Por alguna razón, en la que entré más profundamente en otra entrada del blog, esa característica le arriesga a ser cosificada en nuestra sociedad.
Esa es "Cultura de la Violación".

Una persona debe tener el derecho de escoger cómo va vestida sin que por ello sea pre-culpabilizada de los riesgos que corre. Y la razón de que no debe ser así es tan sencilla como que ¿quién establece el límite de lo "seguro" (de lo, usando la terminología adecuada en su ranciedad, "decente")?
Evidentemente, cuando quitas el poder a la persona de escoger la ropa que debe llevar, estás entregando el poder de juicio al potencial agresor. Es él quien decide qué es "provocativo", qué es "estar pidiendo guerra", qué es "carta blanca".
¿Cómo es posible que sea el criminal potencial el que tenga el derecho de decidir los límites aceptables de su acto doloso?

"Ellas dicen "no", pero quieren decir "sí""

Si bien esta frase debería estar enterrada en lo más profundo de la fosa séptica de lo demodé y lo ranciaco, no es menos cierto que aún pervive al menos su esencia. ¿Qué esencia? La esencia de tipo "Diario de Noah", la esencia del cortejo.
"Ella dice que no, porque parte del juego es que lo haga, y que tú logres que diga que sí."

Esta circunstancia es particularmente nociva y lesiva porque conduce a una sóla cosa: al acoso. No es cortejar, no es seducir, es realizar una operación de acoso constante y que roza los terrenos de lo tenebroso. De alguna forma, se ha infiltrado en el conocimiento popular que la suficiente insistencia va a lograr derribar sus barreras, acabar con su resistencia.
Pues no, lo que se consigue con esa insistencia, con ese acoso, es convertirse en un factor productor de miedo, nerviosismo y agobio a alguien que no ha pedido a su agresor que le agreda de semejante forma. Agredir, sí, agredir su autoestima y su estabilidad psicológica. Agredir su tranquilidad con ese ataque constante e infatigable, alimentado por sueños de ser seductores y galanes cuando en realidad están siendo verdaderos verdugos de una persona inocente que no se merece el trato vejatorio que le están dando.
Sobre todo porque esa vejación se basa en lo más básico: están negándole la posibilidad de decidir, están negándole que tenga una verdadera opinión sobre qué hacer con su vida. Como si necesitaran que alguien venga a descubrirles que sus "noes" son "síes" y que no tiene ni puta idea. 

Pues, sorpresa, sí que tienen idea y son libres de decidir y de decidir que sus "noes" sean "noes".

Pero es que la culpa es también de ellas

No.

Punto.

Pero si hace falta, me extiendo un poco.
La culpa no es "de ellas" o "de ellos". La culpa es del tipo de cultura que condiciona estos comportamientos. Es toda una Cultura, están inmersas todas las personas que pertenecen a una comunidad. Personas. La responsabilidad no es cuestión de género.
Por desgracia, el resultado sí que es una cuestión de género cuando en la mayor parte de las ocasiones (la grandisísima mayor parte de forma que aquella parte que no sirve como mero ejemplo anecdótico) las agresiones sexuales favorecidas por la Cultura de la Violación las realizan los hombres (y no he dicho "todas" porque he dejado la puerta abierta a casos muy puntuales, vaya a encontrarme alguien en un renuncio). Esta agresión sexual es recibida en la mayor parte de los casos por mujeres, pero no necesariamente.
Y si extendemos (como debemos extender) el sexo femenino a cualquiera de sus manifestaciones (genético, gonadal, psíquico y emocional), ese porcentaje aumenta.

¿Hay mujeres que tienen actitudes perniciosas, que favorecen la Cultura de la Violación y que usan sus encantos sexuales para conseguir bienes y servicios? Claro. Porque en el espectro de patrones humanos no puede encontrarse una homogeneidad en un grupo que, por la definición que estamos dando aquí, no tiene por qué ni compartir genética. Pero ese hecho no sólo no niega la existencia de la Cultura de la Violación, sino que la refuerza. Es una cultura, es una forma social, y hay víctimas pero también parásitos de ella.

Mantenerla sigue castigando a las víctimas y alimentando a los parásitos, ergo no tiene puto sentido.




En un segundo artículo veremos cómo se manifiesta todo esto en un producto de cultura que, para más inri, tenía como público target a las adolescentes de hace 20 años...