lunes, 29 de junio de 2015

El Señor de los Anillos

Hoy me apetece hablar de esta trilogía de películas, en especial en su calidad de adaptación de una obra literaria.

Para escribirlo, me he puesto de fondo el siguiente vídeo y, qué queréis que os diga, me parece que os puede molar mucho leerlo mientras lo escucháis también.

El vídeo en cuestión

Vamos a dejar las cosas claras y concisas desde el minuto uno. A mí las películas me encantan y me parecen una de las mejores adaptaciones a cine de una obra literaria.

Es a lo que he venido, a esgrimir los motivos.

Y digo esgrimir porque más de un/a tolkiendili está ya afilando su hacha de guerra o su mandoble favoritos para despellejarme vivo por lo que acabo de decir, pues los fans más letales del señor de la pipa consideran alta traición algunos de los cambios que el señor gordo hizo a la novela.
Yo los encuentro en muchos casos muy acertados.

Comencemos la polémica.

Por cierto, con spoilers de las películas y las novelas chetados de narices.

Adaptar no es copiar

El lenguaje literario y el fílmico no son el mismo lenguaje. Cuentan con recursos y expresiones distintas.
Este punto, que de tan perogrullo parece, es en realidad una fuente inagotable de discusiones. A la hora de adaptar una historia de un medio a otro, los cambios son necesarios. A veces esos cambios se hacen por razones tan sencillas y lógicas como la falta de presupuesto, otras veces hay motivos estilísticos o narrativos.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que el que adapta tiene también un componente creativo, es creador de una nueva obra basada en algo pre-existente. Es en ese proceso de traducción de un lenguaje a otro en el que aparece la creatividad y la personalidad del adaptador, que se convierte en un creador o co-creador de la nueva obra.

A la hora de valorar El Señor de los Anillos como adaptación, intentaré buscar la lógica a los cambios y ver qué aportan a la nueva obra.
Luego abordaré todo aquello que el lenguaje fílmico aporta a la obra original. Y para ello volveré a las raíces de la novela.

El mundo ha cambiado...

Uno de los cambios más notables con respecto a las novelas es el prólogo (del que no he escuchado aún queja alguna).
Pero ese prólogo condiciona también un acercamiento distinto al primer tercio de la novela, y es ahí donde saltan algunas ampollas.
En El Señor de los Anillos, la novela, los personajes y su mundo se nos presentan de una forma muy gradual con la ventaja de tener El Hobbit detrás. Todo es alegría en el cumpleaños de Bilbo y éste, el muy cabronazo, va y le toma el pelo a todo el Mundo.
A pesar de la inquietud de Gandalf, toda esta parte de la novela es tranquila. Los hobbits tienen el plan de hacer que Frodo se mueva (porque pasan años en la novela desde la fiesta de Bilbo hasta que Frodo se decide a llevarse el Anillo de la Comarca), e incluso en ese momento sólo saben que han quedado con Gandalf en Brie. No es hasta el Concilio de Elrond que la importancia real del Anillo se descubre.
Eso, en el cine, es impensable. Necesitas un gancho, un anzuelo para que el espectador entre rápido. Porque tienes un metraje enorme dividido en tres películas. Algo tiene que atraer al espectador en los primeros minutos, algo que le de consciencia de la magnitud de todo. No puede descubrirlo, como el lector, con el tiempo. Porque además el Hobbit fílmico no existirá hasta mucho después, no existe esa transición entre el pequeño Hobbit que vive varias aventuras hasta el grupo que se enfrenta a la mayor crisis de la Tierra Media

Así, el prólogo cumple sus funciones estupendamente. Nos da un contexto, un gancho y una primera escena de acción.
Porque esa es otra, el espectador al que va dirigida la película no sabe qué es un elfo o un enano ni qué papel juegan en la política de la Tierra Media. Es necesario presentar el back-up de todo, y en ese sentido el prólogo lo hace de forma admirable.

¿Dónde estás, Tom Bombadil?

Eso nos trae una consecuencia directa. Desde el prólogo, el público tiene más información que los personajes, y entiene la magnitud del Poder Anillo y las implicaciones de que llegue a salvo a Brie, primero, y a Rivendel después.

Ya no tenemos la misma emoción. El camino hasta Brie ya no es un camino de aventuras de nuestros aguerridos hobbits sino una carrera contrarreloj contra un enemigo ante el que no pueden hacer nada.

Todas las aventuras que ocurren en la novela entre estos dos puntos no añaden nada a la narración ni a la acción, y quitan la sensación de persecución por una fuerza imbatible que son los Nazgûl. A la película le sienta estupendamente la sensación de angustia, que quedaría diluida por Tom Bombadil y por los túmulos.

Añaden, claro, al transfondo de la Tierra Media, ya que Tom Bombadil es el Protector de la anterior Era. Y la escena en los túmulos guarda en sí mismo una escopeta de Chekhov, esto es, las dagas de los hobbits. Pero cuando analicemos el papel de esas dagas y en mi opinión es mejor que se obvie su origen. Llegaremos a eso luego.

Glorfindel, tú también, hijo mío

Llamar a Tolkien machista por su obra me parece exagerado y descontextualizado. Pero tan pronto digo esto como admito que tampoco es que le haga mucho favor en sus escritos a los derechos de la mujer y a la igualdad (cosa que Bram Stoker sí que hizo desde su perspectiva).

La película soluciona esto en dos momentos específicos. Uno, más adelante, traerá polémica. El otro es este, que ya en su día hizo saltar a los tolkiendilis.

Pero en mi opinión es la solución correcta. ¿Por qué introducir a la audiencia un personaje que luego no tendrá peso en la historia? En su lugar, es más lógico introducir a un personaje que será fundamental para toda una trama secunaria, que puede tomar el mismo rol que Glorfindel y que además de esta forma hace algo de peso (y coño, que ese algo es enfrentarse a los Jinetes Negros), dando un toque menos machista al conjunto.

Lo siento, Glorfindel, pero preferimos a Arwen.

Sutil diferencia

Pero en mi opinión importante. Volvamos a la pistola de Chehkov que dejamos aparcada en la pared al principio del artículo.
En la novela, los hobbits encuentran sus dagas en un túmulo, custodiadas por los espectros allí enterrados. Estas dagas no son armas normales, y aunque Frodo cambie la suya por Dardo, las que portan los otros hobbits es un arma encantada también. Es en particular una de las armas forjadas por los hombres para combatir al Rey Brujo.

Cuando Eowyn se enfrenta al Rey Brujo en la novela, Tolkien intenta que nadie sepa que es ella. Aunque no sé si una falta de verdaderas ganas de engañar o un recorrido por personajes similares posterior me hicieron darme cuenta del paste en el minuto uno. Evidentemente, en la película es que es imposible de ocultar que es Eowyn.
Llega mi escena favorita tanto de la novela como de los libros, la escena en la que el rey Eomer es asesinado por la bestia alada del Rey Brujo y Eowyn primero le rebana el cuello a la bicha para luego ponerse cara a cara con el señor de los Nazgûl.

En ese instante en la novela se nos informa de algo, en la película no tan bien. Y, por raro que parezca en eso le doy más puntos a la película.
Tolkien elige sólo ese instante para decir que se forjó la profecía de que al Rey Brujo no le podía matar la mano del hombre.
En el cine, lo escuchamos de boca del propio Nazgûl. "Ningún hombre puede matarme".
Acaba de arrancarle el escudo a Eowyn con su maza y la fuerza del golpe (y la magia del Nazgûl) le han dejado el brazo inutilizado.

Justo después, Merryn clava su espada en el hueco poplíteo del Rey Brujo y éste se postra de rodillas. Eowyn descubre su verdadero rostro y atraviesa el rostro del Nazgûl con su espada, acabando para siempre con el Espectro negro.

Entonces llega el análisis fino, el "le estás buscando tres pies al gato" (y puede que sea verdad) que hace que me guste más la forma de plantearlo en el cine.

En la novela, vemos que esas dagas están forjadas siguiedo complejos conjuros de ¡magia! expresamente para tocarle el cojón al Rey Brujo. Entonces, es esa puñalada en la rodilla la que lo debilita, pues los hechizos contenidos en la daga le hieren más que el hierro. Eowyn descubre que es una mujer y lo mata. La profecía se cumple.

"Pos igual que en la película."

Nope. En la película, la herida de la rodilla simplemente le pilla de improviso (a cualquiera le pillaría bajo de defensas un ataque por detrás como ese), abre la defensa del Rey Brujo y eso permite que Eowyn lo asesine al grito de "Yo no soy un hombre". La profecía queda implícita, pero no explícita. La magia de la daga no es nombrada, es la fuerza y el tesón de una Eowyn herida lo que consigue vencer al espectro.

Eso cambia el punto de vista de Eowyn. En el primer caso, es un mero instrumento. La profecía se cumplirá, y es en ese instante en el que todos los elementos están dispuestos para que se cumpla: la daga que proviene del túmulo y la mano de alguien que no es un hombre, confluyendo en un instante preciso.
Que no deja de ser épico, como todas las profecías (lástima que nos enteremos de su existencia como profecía cinco mintos antes de cumplirse).
En el segundo, es el agente productor, y la declaración del Rey Brujo queda casi como una "machada" que deja de tener sentido cuando Eowyn le hace casi literalmente comerse sus palabras de un espadazo bien dao.

"Yo no soy un hombre".

Ni falta que hace. Es una mujer libre que decide ir a la guerra porque tiene los ovarios mejor puestos de lo que llevan los cojones la mayoría de los hombres que la rodean; no una herramienta que decide ir a la guerra porque debe estar en el lugar preciso en el momento preciso.

Gimli, el Payaso

Yo siempre he ido con los orcos. Desde que tengo uso de razón, lo mío han sido los PielezVerdez. En Warhammer, en Warcraft e incluso en ESDLA, mi bando ha sido el de estos salvajes incomprendidos, brutales saqueadores.

Pero si he de escoger por narices una de las razas del (digamos) bien, yo voy con los enanos. Barbudos, bajitos y amantes de la tecnología y la cerveza.
El paralelismo estaba claro.

Por eso me molesta como al que más la continua caída de Gimli en la bufonería desde aproximadamente el principio de las Dos Torres (que no aparecía en la novela).

La razón, de todas formas, no es difícil de entender. En el comienzo de la historia, el papel cómico lo llevan Merry y sobre todo Pippin. Pero son los personajes que más tienen que evolucionar durante el relato. El secuestro por los Uruk-Hai, el encuentro con Bárbol y sus respectivos papeles en la guerra en el bando de Rohan y de Gondor van a hacerles madurar.
Tanto es así que Pippin pasa de ser un idiota reprendido por Gandalf a intercambiar con éste uno de los diálogos más profundos de la cinta, cuando creen que todo está perdido en Minas Tirith y van a morir.

Pero una película con sentimientos dramáticos y momentos de épica necesita un alivio cómico. Cuando el dúo Merry Pippin no puede darlo, los únicos en condiciones de tomar el relevo son Legolas y Gimli, que ejercen de Payaso Listo y Payaso Tonto.
Lógico, pero no por ello menos desagradable y menos exagerado.

La regeneración de la Comarca

De nuevo una cuestión de lenguaje. Esta parte, para mí, no es que fuera suprimida por tiempo (que también), sino porque no aporta una información tan importante en el cine como en el libro.

En la novela original, las escenas póstumas de la Comarca son importantes para entender la progresión de los héroes, que pasan de ser pobres hobbits asustados a valerosos guerreros capaces ellos sólos de enfrentarse a un enemigo que, al principio de la historia, era insalvable.
Sirve de moraleja para cerrar el círculo.

Pero en el cine el espectador sigue un carril de emociones más rápido. Después de ver a los hobbits enfrentados a un ejército de orcos de Mordor con olifantes, verles zurrándole a unos bandidos de tres al cuerto... es anticlimático. Por no hablar de que el Retorno del Rey peca ya de demasiados finales encadenados.

En su lugar, imágenes de la alegría que habían perdido los héroes, teñida de cierta melancolía y de pérdida, reflejan perfectamente las emociones al final de la trilogía.

El Anillo de los Nibelungos

Para cambiar de tercio

No es alto secreto que la obra de Wagner y la de Tolkien comparten bases argumentales y lugares comunes.
Ahora mismo no estoy seguro de si fue Wagner quien inventó o simplemente mejoró el concepto de leit motiv, pero lo que es cierto es que es algo básico para entender ya no sólo su obra sino todo lo que ese concepto ha dado para el arte audiovisual.

Un leit motiv es una melodía  asociada a un hecho, objeto o personaje, de forma que siempre que ese objeto, hecho o personaje aparezcan en la obra, el leit motiv comenzará a sonar. Por ejemplo La Cabalgata de las Walkirias (tan usada en el cine). De la mezcla de varios leit motivs se producirán distintas emociones encontradas que subrayarán las situaciones de la obra.

Howard Shore ganó dos oscars y el reconocimiento gracias a la banda sonora de ESDLA, y no es para menos. Posiblemente una de las películas de los últimos 20 años que mejor usa el leit motiv como lo usara en su momento Wagner.

Esta dimensión sonora, la música asociada desde ese momento y para siempre a los temas de la novela, ya merece por sí sola aceptar que la adaptación de Jackson es una buena adaptación. ¿Acaso puede alguien entender la Comarca sin las alegres notas, Rohan sin su melancolía, Mordor sin el estruendo ominoso o Gollum y el Anillo sin ese bisbeo insidioso?
Esos que todos, todos, habéis imaginado simplemente leyendo mis palabras.

Fuertes son los árboles, mi señor, profundas sus raíces

Una adaptación ha de tener un punto de creación. El producto de la adaptación no puede ser una copia exacta del original, sino que tiene que haber pasado por un proceso creativo del adaptador, que dé su espíritu a la obra.

Posiblemente el mayor esfuerzo de Peter Jason en el terreno reativo es el bando del Mal.
Dejemos las cosas claras, todo el universo de Rohan, Gondor y la Comarca están recreados con un amor al detalle impresionantes, la arquitectura elfa y enana son realmente diferentes y fácilmente reconocibles, así como las armaduras y ropajes de los distintos pueblos de la Tierra Media.

Pero donde Tolkien había pasado más de puntillas era en los secundarios que animan el ejército de Isengard y Mordor. Son los villanos, y como obra clásica, forman una masa homogénea.
Pero Jackson se deja de ir aquí y nos da algunos de los secundarios más memorables, desde el líder de los Uruk-Hai hasta el general amorfo que comanda las tropas de Mordor a los pies de Minas Tirith.

Los pocos que están bien descritos en la obra de Tolkien aparecen allí, como el repulsivo orco que quiere comerse a Pippin y Merry (repulsivo en el mejor de los términos, recuerden ustedes que yo voy con los PielezVerdez). Pero es que la pantalla se llena de orcos que, sin necesidad de grandes líneas de diálogo, quedan en la memoria, como el jinete de huargos o el portador de la antorcha olímpica.

En conclusión

La Tierra Media tiene hoy el rostro que tiene y suena hoy con la sinfonía que suena gracias a Peter Jackson.
Sí, la película no es perfecta, hay algunos momentos que sobran y lo de Gimli no tiene perdón de Eru.
Pero hace lo que se creía imposible. No sólo adapta la obra cumbre de la literatura fantástica con un nivel de cuidado y mimo impresionants, captando su esencia y dándole nueva vida a través de la luz y el sonido; sino que también sirvió para poner la fantasía en boca de todos.

Ahora cualquiera sabe lo que es un orco o un elfo, todos entienden lo que es un hobbit. Siguen hoy, quince años después, saliendo chistes en internet del tipo "Al alba del tercer día, mira al Este" o "¿Qué ven tus ojos de elfo?"

Entre el éxito de Jackson y el éxito que está teniendo Marvel, la gente en general se ha dado cuenta de una cosa. No es que seamos frikis porque, oh, somos antisociales. Somos frikis porque las cosas que nos gustan MOLAN MUCHO.

Fue un hito en el cine y en la fantasía, y aunque no es la película perfecta ni la aaptación perfecta, dudo que nadie pudiera haberla hecho mejor.

Ni siquiera el propio Jackson.
Véase El Hobbit...

Me despido ya de vosotros.
No os diré no lloréis, pues no todas las lágrimas son amargas, sino que os dejen dormir.

2 comentarios:

  1. Y lo mejor de todo es que varios años después las vuelves a ver y no han envejecido mal. Tengo muy claro que este año me daré maratón de cine con estas tres antes del EIR, para que me den fuerzas.

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    1. Exactamente, han pasado la prueba de los 10 años admirablemente. Dudo que el Hobbit logre eso.

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