Aunque ya abordé
parcialmente el tema en mi artículo sobre los idiomas, que encontrará el
interesado linkado, viendo lo ocurrido en las últimas semanas y que hace tiempo
que quería difundir mi opinión sobre el tema, vamos a hablar de la
independencia de Cataluña (por la mera vanidad de difundir mi opinión, pero
vamos, que si no tuviera vanidad por difundir lo que pienso no me hubiera hecho
un blog).
Es un tema
complicado como pocos, con muchas interpretaciones posibles de entre las cuales
muchas han sido usadas por motivos políticos hasta llenarlas de mierda y
provocar un clima de descontento y mala hostia en cuanto a la cuestión que no
ayuda a nadie.
Preliminares
Lo primero que
quiero decir, y quizás lo más importante, es que creo firmemente en el derecho
de cualquier pueblo a su autodeterminación e independencia, cultural y
política, pues forma parte por un lado de la libertad individual el sentirse o
no parte de una región, y segundo porque las naciones son artificios de origen
más o menos histórico que son tan susceptibles al cambio como sus habitantes.
De esto se extrae
el segundo punto, que sólo el pueblo catalán tiene voz y voto en cuanto a lo
que es su devenir, porque es su devenir y no el del resto el que están
decidiendo. Y esa decisión, en mi opinión, debe respetarse.
Por eso, me
pronuncio muy poco (y a veces de formas voluntariamente equívocas, por
fastidiar) sobre esta cuestión. Pero harto del equívoco he decidido abrir la
boca y soltar todo lo que pienso del tema.
A partir de aquí
queda claro que todo lo que diga es una opinión personal que nadie me ha pedido
pero que tengo. Si alguien quiere dejar de leer aquí, pues ya sabe dónde está el
aspa de cerrar la ventanita.
Un poco de historia personal
Hace más de un
año decidí coger las maletas y buscarme la vida fuera. Ahora mismo, para mí,
España es el pasado, Alsacia es el presente y el futuro es una neblina. Puede
que España vuelva a estar en mi camino en el futuro, puede que no, pero por
ahora mi estatus ha cambiado de español a extranjero.
Extranjero aquí
en Alsacia, extranjero en mi tierra cuando vuelvo.
Por eso, quizás,
mi punto de vista ahora mismo sea distinto al que era antes, porque mi
perspectiva es distinta. Abordo el problema desde el observador no implicado,
pues ahora mismo el que Cataluña sea o no sea independiente de una España a la
que ya no sé si pertenezco yo mismo, pues no me roba el sueño.
Historia, economía y piruletas
En cuanto a las
razones históricas y emocionales que les llevan a pedir la independencia, creo
que ya me he pronunciado. El devenir de Cataluña ha sido tanto o más agitado
que el resto de la Península, y como el resto de la Península, ha sufrido una
serie de embates ideológicos y culturales particularmente convulsos este último
siglo. Por lo tanto, un catalán que no se sienta español no es que sea una
rareza, como tampoco lo es uno que se sienta español. Dependerá y mucho de sus
experiencias vitales, sus historias propias y familiares y (desgraciadamente)
del mensaje político que ha recibido. Esto último lo detallaré más abajo. La
cuestión es que respeto y mucho ese sentimiento regional de pertenecer a un
pueblo con costumbres, lengua y literatura propias.
Se han aducido
motivos económicos para la independencia de Cataluña, que si es mejor para
Cataluña y peor para España, que si quieren salir de Europa, que si no quieren,
que si les beneficia, que si no. Tengo la sensación de que si Cataluña se
independiza, ha de pasar por un acuerdo con el gobierno central para que no
veten su entrada en Europa, porque lo que no creo que es beneficioso en el
clima de crisis que hay ahora es ponerse a tontear con una nueva moneda que
introducir en el mercado internacional ni jugar a la depreciación como en
Turquía. Pero a lo mejor me equivoco, oigan, que yo de economía no tengo ni
repajolera idea. Es una sensación de neófito.
Lo que es yo, si
yo fuera catalán no estaría a favor de la independencia de Cataluña. Pero no
por motivos históricos ni por politiqueo (que no vean ustedes lo que se han
aprovechado la izquierda y la derecha de su(s) país(es) para jugar a
Independista Bueno Independentista Malo, pero ya adelanto otra vez cosas).
Estaría en contra como lo estoy de una independencia andaluza o de que España
se salga de la Unión Europea.
Sueños húmedos con Europa
Porque mi
esperanza (utópica) es que esta Europa de Mierda que tenemos actualmente se dé
cuenta de una puñetera vez que seguir jugando a los intereses ombliguistas de
los “estados miembros” (así llamados porque están todo el día viendo quién
tiene el miembro más grande, y va ganando la Merkel) y dirigirse al fin a una
Europa Federal donde cada antiguo país aporte su cultura y su lengua y sus
cosas buenas en vez de intentar rapiñar del fondo europeo como buitres.
Vamos, una
utopía.
En ese escenario
mágico ilusorio, que un estado federal se llame España y exista (o no) otro
llamado Catalunya no tiene la mayor importancia, somos todos europeos y
compartimos objetivos, intereses y también problemas. Nos dividimos por
regiones con fines administrativos y de identidad cultural, pues cojonudo,
seguro que Alsacia se vuelve un estado federal independiente.
Pero aunque las
utopías son etimológicamente descorazonadoras, mi espíritu es el espíritu de un
europeo, por lo tanto una Cataluña independiente o no, no parece tan
importante. Yo pienso en la dirección contraria, en que los españoles pierdan
un poco su ombliguismo en favor de Europa (y los franceses, y los alemanes...)
Políticos, esos pequeños hijos de p...
Por otro lado
está la sucia y desagradable utilización política de este sentimiento, en todo
respetable, como arma arrojadiza entre partidos e instituciones que nos ha
traído más problemas de los que teníamos antes.
Gracias.
Que la derecha
sea anti-independentista y la izquierda pro-independentista (en España,
recordemos que en Cataluña hay independentistas de ambos lados) es tan
artificial y vacío como todo el trasfondo ideo(i)lógico de (n/v)uestro país.
Me la suda y
mucho ya a estas alturas de mi vida si un señor con traje en un podio dice una
cosa y su opuesto otra, porque lo que dice cada uno es mentira. Son los dos lo
mismo, puñeteros ladrones y sanguijuelas que han succionado el dinero del
pueblo a manos llenas. Los dos. Sin distinción. Que se han demostrado igual de
inútiles e incapaces para detener la crisis económica y para reflotar al país,
que en ninguno de los dos casos fomenta los pilares de la educación y la
sanidad que deberían ser la base del bienestar social, ni del desarrollo
tecnológico y científico, que en un mundo donde la fuente agrícola y turística
ya no son ni volverán a ser el centro de nuestra economía, son la única
esperanza para que tengamos un lugar en el mundo.
Porque la idea
maravillosa de reflotar la economía al rico ladrillo nos sigue saliendo cara. Y
es la única idea para reforzar la economía en cuatro legislaturas, doce años,
que se dice pronto.
Pero qué ocurre,
que como no tienen programa ni capacidades ni siquiera carisma, siguen
discutiendo los mismos temas sociales que hace veinte años que deberían estar resueltos,
reforzando de manera artificial los sentimientos anti-derecha y anti-izquierda para
que el votante medio no se le ocurra votar a la otra opción.
El resultado,
claro, ha sido el nuevo alineamiento político en cuatro ejes cual partida de
rol. En España no tenemos Bueno-Malo Legal-Caótico sino Derecha-Izquierda
Casta-Alternativa. Si hacen un eje de coordenadas con esos dos opuestos,
obtendrán los cuatro partidos que se están disputando ahora el poder.
Uy, ya me
distraigo.
“Dame un nombre, Bastian” “Marciana Hirsuta de
Todos Los Dolores” “Hijolagranputa...”
Es tan sucio el
juego de los políticos que una cuestión tan tontorrona y tan poco discutible
como es el NOMBRE de una región ha sido y es un tema de debate. Muchos habrán
afilado los comentarios porque en el texto sólo he usado una vez la palabra
Catalunya (o porque la he usado una vez). Ha sido a propósito para llegar a
este punto.
Yo me presento a
la gente como Juanjo. Y no lo saben pronunciar, y muchos se quedan con “Juan” a
secas porque les cuesta la vida.
No me presento
como Jean Joseph porque yo no me llamo Jean Joseph, me llamo Juanjo.
Cuando le
pregunto a alguien cómo llegar a Basilea, pregunto por Bâle, y para volver a
Estrasburgo, pregunto por Strasbourg.
Porque hablan
francés.
Pero si hablo de
mi experiencia aquí con mis colegas en España, les hablo de Estrasburgo y de
Basilea.
Ahora, si hablo
de uno de mis compañeros franceses, hablo de Guillaume, no de Guillermo.
Lógico, ¿no?
Pues ¿por qué
complicarlo? Si pregunto a alguien en español por Gerona o por Girona, ¿acaso
hay algún problema? Son la misma ciudad pero en dos idiomas distintos. Si estoy
escribiendo este artículo en español, escribiré Cataluña, excepto cuando por
alguna razón lógica lo escriba en catalán.
Por supuesto, si
hablo con un catalán, escogeré de preferencia la palabra catalana, igual que
cuando hablo con un francés en español (no se ha dado mucho el caso) intento
usar las palabras de regiones en francés.
Y en ningún caso
usar un nombre de región en catalán o en español estará reflejando mi
ideología. O en francés, ya puestos.
Evidente y
lógico, si alguien se llama Jordi, se llama Jordi y no Jorge. Nuestro nombre es
nuestra identidad, e intentar traducir el nombre de otra persona a nuestro
idioma, aunque pueda facilitarnos las cosas, es una falta de respeto por su
identidad.
En definitiva,
puedo aplicar las mismas reglas de cortesía, respeto y búsqueda de
entendimiento que uso aquí en Francia y en francés con respecto al catalán y en
Cataluña.
¿No?
Pues no, porque
en el clima en el que estamos parece que el escoger una palabra u otra, siendo
las dos igualmente aceptables y lógicas, parece posicionarte no ya sólo en
cuanto al tema de la independencia (cosa ya estúpida de por sí) sino incluso en
derecha o izquierda.
W T F
Entonces,
¿también define mi orientación política el cómo pido la carne o si prefiero
Burger King o McDonand’s?
Y un cojón. Unos
y otros, por igual y con igual culpa, han usado estos temas para enfrentar a la
opinión pública de forma artificial para defender su ausencia de ideas, de
programa y de vergüenza.
Fúrgol
Un último tema
antes de las conclusiones, que ya va tocando cerrar este artículo. El fútbol.
Respeto que a la
gente le guste el fútbol, claro. Pero no respeto el circo, la imbecilidad, la
hipocresía y el dinero malgastado en él. No, eso no es respetable ni
defendible.
Saco a colación
un hecho que, excepto mis queridos petro-arizonianos (si no sabes quiénes son
los petro-arizonianos, deberías seguir más a menudo mi blog), todos habréis
oído hablar. La pitada del himno.
Vamos a hacer un
ejercicio de imaginación. Supongamos que Cataluña se ha instituido país pero,
por razones históricas y económicas y otras sus equipos siguen formando parte
de la liga y las copas españolas (que podría ser una Liga Peninsular y aceptar
a Andorra y Portugal, eso no sería ilógico).
Si en ese
escenario se hubiera producido una pitada del himno, en ese caso, habría sido
un acto de falta de respeto por el país vecino de lo más desagradable y alejada
del fair play y del espíritu del deporte. Habría sido como pitar el himno
francés o el alemán.
¿Qué habría hecho
o dicho el gobierno alemán si la afición española o catalana, cualquiera de las
dos, hubiera pitado su himno durante un Mundial de fútbol? Imaginaos la que se
hubiera liado en términos de política internacional.
Lo que quiero
decir con esto es que, si bien todos tenemos libertad de expresión, también
tenemos deber de respeto por los otros. No censuro el hecho como forma de
expresión libre, censuro el hecho porque con él se le está faltando al respeto
a la identidad nacional de un pueblo entero (esté o no esté en contra de la
independencia de Cataluña).
Tan malo es como
si los españoles pitaran el himno catalán. La quema de banderas españolas o
catalanas, por unos u otros.
¿Tiene que ver
con la libertad de expresión? Sí y no. Digamos que entra de lleno en el terreno
de la falta de respeto, como insultar a alguien por su raza o su religión. Es
libertad de expresión pero no puedo jamás apoyar una expresión tal de falta de
respeto.
Importándome un
culo el fútbol y si el Barcelona juega o no la copa del
dirigente-no-escogido-democráticamente.
Ya colgué mucho
sobre la falta de respeto y la libertad de expresión a propósito de la tragedia
de Charlie Hebdo en este artículo, así que no me explayo más.
Benditas conclusiones de un artículo largo cual
día sin pan
La conclusión es
sencilla.
Deberíamos
relajarnos de una jodida vez con este tema. Si los catalanes no se sienten
españoles y creen que estarían mejor económicamente si fueran independientes,
es su derecho escoger pertenecer o no a España.
Posiblemente, en
mi opinión, en realidad no les interese tanto ni económica ni socialmente, pero
ese punto se lo dejo a quien sepa del tema, que como ya digo, la economía y yo
no somos amigos.
Y de todos modos,
sea como sea, lo que es necesario y fundamental es el respeto a las distintas
identidades y realidades, por unos y por otros, y no dejarse comer la cabeza
por políticos que, creedme, no quieren nada bueno para vosotros. En serio.
Nunca. Si no, no harían política, escribirían blogs que nadie lee con artículos
demasiado largos y sin imágenes.
Pensad por
vosotros mismos y abandonad el odio, que no va a conducir a nada bueno.
Un saludo a
todos, y que os dejen dormir.
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