sábado, 4 de julio de 2015

Maltrato Animal

"El ser humano es el punto en el que el ángel que cae se encuentra con el mono que se levanta."
Terry Pratchett



Advertencia antes de empezar.
Este artículo no contiene ninguna imagen violenta de ningún tipo, e incluso incluye una crítica a la utilización irresponsable de estas imágenes.
En cambio, incluye mucha violencia verbal, explícita e implícita, contra nuestra especie en su mayor parte.

El problema biológico

Si hay algo que se escucha con demasiada frecuencia es lo "natural" que es aquello que el hablante está defendiendo, y las dietas sin carne entran de vez en cuando en esta categoría.

Antes de entrar en las dietas, voy a hacer un pequeño apunte biológico para que sepamos en qué terreno jugamos.
Lo siento, sin croquetas esta vez.

Las proteínas son importantes, vamos, sin proteínas nos morimos. Explicar sin entrar en palabros y conceptos difíciles para el neófito qué hacen las proteínas es muy difícil, pero siendo reduccionistas con fines educativos vamos a decir que si la grasa hace una parte estructural y de hormonas, y los azúcares dan energía, todo lo demás (incluido la otra parte estructural y hormonal) está regulado por proteínas.

Cuando comemos proteínas lo que absorbemos no son las proteínas en bruto, sino sus cachitos. Una proteína está formada por muchos pedazos en una cadena, como una ristra de salchichones (porque las comparaciones con la comida son necesarias). Cada salchichón se llama aminoácido, y los hay de distintos tipos que, combinados de distintas formas, dan lugar a todas las proteínas del cuerpo.

El cuerpo humano es capaz de fabricar por sí mismo casi todos los aminoácidos que forman sus proteínas, excepto un grupo muy reducido. El problema radica en que si falta uno sólo de los aminoácidos, entonces estamos jodidos porque muchos de los sistemas dejan de funcionar.

Esos son los famosísimos "aminoácidos esenciales" que con el ácido graso omega tres y oleico y la vitamina D chetada suelen poner en la caja de productos supervitaminados.

Resulta que todos los animales estamos hechos con proteínas que requieren los mismos aminoácidos. Encontramos los mismos aminoácidos en todos nosotros, desde una hormiga hasta el ornitorrinco pasado por el señor de la pescadería.
En cambio, cada planta tiene sus propios aminoácidos. A algunas les faltan unos, a otras otros.

Eso no quiere decir que una dieta estrictamente vegana sea imposible, no. Quiere decir que para que una dieta sea estrictamente vegana, es fundamental tener mucho cuidado con los menús para asegurarse un aporte de aminoácidos esenciales suficientes, con el riesgo de enfermar si no lo hacemos así.

La consecuencia directa de esto último es que, por lógica, desde que el ser humano es un ser humano como tal, la carne no puede estar excluida de su dieta de forma natural, pues si es difícil ahora que tenemos el conocimiento, en un momento en el que se come por instinto dudo mucho que nuestros antepasados se pusieran a planificar un menú con aminoácidos esenciales.

Las "bondades" de lo natural

Ya lo he dicho y lo repetiré ciento cincuenta mil veces si hace falta. Lo natural no es bueno, eso es una falacia. Lo natural es y punto. Los conceptos de bondad o maldad, beneficioso o perjudicial, son humanos, es desde nuestro punto de vista y son artificiales.
Que una seta sea venenosa y mate mucho es muy beneficioso... para la seta. Que de la corteza de un árbol se pueda fabricar un analgésico es muy perjudicial, para el árbol, al que le van a arrancar la corteza.

Digo esto porque tras el final del último epígrafe parece que estoy en contra de la dieta vegana como concepto. Y no es así.
Estoy en contra de que me la vendan como si fuera lo más natural. Y estoy en contra (y me hincha los cojones) por dos razones. La primera, porque ya he detallado los motivos que explican que no es cierto. Y la segunda porque revela una falta de respeto y un concepto erróneo del veganismo que da un poco de miedo, incluso.

Al ser un invento humano y una decisión racional, premeditada, artificial y bien estudiada, la dieta vegana se puede entender como un avance de la especie (o no, pero al menos un intento de avance). Claro, que entender esto último es básico para entender cómo hay que hacerla (respetando siempre los aminoácidos) y su importancia como resultado de la evolución humana.

Te estás yendo por las ramas

Puede que sí, pero para este este es mi blog.

El punto es que el comenzar este artículo con la base biológica de la dieta omnívora del ser humano me va a permitir acercarme a un problema sobre el tema del maltrato animal que dudo que tenga solución por ahora.

La (aparente o no) hipocresía de la defensa contra el maltrato animal.

Antes de que alguien sea suficientemente idiota, estoy en contra del maltrato animal, claro está. Pero mi rechazo está fuertemente matizado por la consciencia de mi omnivorismo.

Para ejemplizar la situación, vamos a entrar en una serie de casos reales.

La tienda donde puedes montar los muebles y las albóndigas

En una gran superficie de venta de muebles desmontados, cuyo nombre no expondré aquí por motivos obvios, hace ya tiempo surgió la polémica por el origen de la carne de sus albóndigas a bajo precio.

Sin entrar en consideraciones de quién come en una tienda de muebles y cómo nadie se lo esperaba con el precio de las albóndigas, el problema más grave que se plantea aquí es la mala etiquetación de esa carne, que decían ser de vacuno y eran de caballo.

Dos mamíferos herbívoros domesticados por el hombre y usados* para distintos fines, incluido la alimentación, desde hace minolles y minolles de años.

He puesto un asterisco en "usados". Luego hablaré de ello.

Si bien es un delito de fraude por decir que venden vaca y venden en realidad caballo, teniendo en cuenta que la carne de caballo no es particularmente mala para la salud humana, ¿por qué tanta gente puso el grito en el cielo? ¿Tan diferente es un caballo de una vaca?

China, origen de chistes hasta que ya no hace gracia

Hace poco, una serie de personas muy bien intencionadas ha decidido llenar las redes sociales de imágenes de crueldad contra perros y gatos de forma masiva en el gigante asiático, con una intención bondadosa de poner el punto sobre la barbarie e intentar detenerla.

Esos gatos y perros sacrificados son usados durante este festival para hacer platos típicos tradicionales, con la exaltación de los defensores de los animales que piden que la barbarie termine.

Poco después, alguien puso el dedo en la llaga con dos fotografías del mismo plato, una hecho con perro, otra con cerdo.

Dos animales de gran inteligencia, de manada, uno carnívoro puro y otro omnívoro, que desde siempre se han usado* en distintas culturas, por ejemplo como base para la elaboración de platos.

¿Tan diferente es un cerdo de un perro?

La desvinculación del producto

 En la sociedad occidental actual, es raro que el ciudadano medio tenga contacto con el producto antes de su preparación para la venta.
Que hay excepciones, coño, claro, pero estoy hablando de la mayoría.
Todos vamos al supermercado donde los trozos de carne y las verduras y las frutas y los pescados descansan debidamente empaquetados y etiquetados vaya a ser que confundamos un calabacín con un pepino o un filete de vacuno con uno de caballo.

Esa desvinculación del producto y de la cadena de producción des-animaliza al trozo de carne y nos envuelve en una manta protectora y anestésica que nos permite comer sin preguntar, sin pensar que eso que introduces en tu cuerpo fue un día una ternerita o un corderito que vivía y respiraba.

Pues lo siento mucho, lo era. Lo era, y ahora no es, ahora está muerto y despiezado y empaquetado para que tú puedas llegar al súper con tu carrito y escoger el que está de oferta y comértelo.

Por ese motivo, sólo cuando establecemos un vínculo con el animal nos sentimos heridos por su muerte y maltrato.
En contra del toreo mientras comemos un chuletón de buey, en contra de lanzar la cabra del campanario mientras comemos una paletilla de cordero.
Porque la paletilla y el chuletón son conceptos abstractos, como si crecieran así de la tierra; pero al toro o a la cabra los vemos respirar y moverse.

La crueldad por crueldad y la alimentación

 Alguien dirá en este punto, y no sin razón, que no es lo mismo un sacrificio de un animal por alimentarse de él que un sacrificio doloroso y con fines lúdicos.

El problema es que la industria cárnica es igualmente cruel, amparada por el modelo capitalista que exige que cada día estén disponibles suficientes trozos de carne en todos los supermercados para que el cliente pueda venir sin importar la hora el día a obtener la carne que desea.
Son producciones en cadena que no se detienen, que crían, engordan, matan y despiezan a la velocidad que exige el mercado. Y el mercado no para de exigir.
Pero es una crueldad que no vemos, que no se realiza por disfrute, que olvidamos y de la que no nos sentimos responsables a pesar de alimentar su maquinaria comprando esa carne y comiéndola.

La Cultura como paraguas de críticas

El hábito y la cultura no deben ser jamás excusa para la barbarie, porque la cultura y los hábitos pueden cambiarse y pueden quedar como forma del pasado o como arte.

Si no, deberíamos admitir el sacrificio humano o el canibalismo ritual, ¿no?

En cuanto a la belleza artística, no negaré que existe un cierto tipo de belleza en lo grotesco, lo sangriento y lo violento.
Ahí están los cuadros de Goya, las obras de Bacon.

Pero precisamente en la era en la que estamos, con los medios técnicos que tenemos, la recreación artística, visual, de la violencia (contra el ser humano o contra los animales) es posible sin tener que producir daño real a un ser vivo.

Igual que ahora no hay que diseccionar una rana para poder ver cómo late su corazón.

La Violencia Inherente

El ser humano tiene ansias de violencia, es parte del pool genético que hereda para su propia supervivencia y que en el comodísimo mundo occidental no es necesario pero aún no se ha abolido en nuestro cerebro reptiliano.
Pero precisamente la violencia artificial es posible, sin necesidad de escalar a una violencia real.

El problema es la direccionalidad de esa violencia. Todos somos capaces de ser violentos con el prójimo, sobre todo si es indefenso y fácil. Todo el mundo es capaz de hacer daño al cachorro de una especie, cuando es pequeño y no puede revolverse.
Pero no todo el mundo o hace.

Afortunadamente.

El Utilitarismo

Volvemos al asterisco que dejé como anzuelo un par de veces en el texto.

El ser humano tiene una tendencia casi patológica al utilitarismo, a que todo lo que le rodea sirva para una función. Si no, ¿a qué viene hablar de efectos beneficiosos de las plantas? ¿Qué te ha hecho a ti esa planta para que quieras triturarla a la búsqueda de algo que te pueda ayudar a ti?

Eso se extiende, como no podía de ser de otra forma, al resto de animales. Y durante la evolución, el ser humano ha aprendido a comer, vestirse y fabricar cosas con animales.

Y como todo lo que hace el ser humano, tiene una inercia difícil de detener. Pues si por un sólo instante dejáramos de pensar en PARA QUÉ SIRVE y empezáramos simplemente a observar QUÉ ES, entonces muchos de los terribles espectáculos que existen no tendrían sentido.


El Veganismo

Ya he dejado algunas ideas al principio sobre el veganismo, y ahora me centraré más en él por dejar claras un par de cuestiones.

Claramente, la idea de dejar atrás la alimentación animal en un mundo donde es practicamente omnipresente, con el riesgo para la salud si se realiza de una forma irresponsable por falta de información, es respetable e incluso encomiable.
No es fácil ser vegano en el mundo occidental. Cada vez más fácil, pero no fácil.

Entiendo a su vez que si la intención de una persona al adscribirse al veganismo es la de evitar el sufrimiento animal, su intención se vea inexorablemente unida a intentar convencer a los demás de que tiene razón, pues cuantos más veganos, menos sufrimiento animal.
Y eso es lógico.

Pero la situación actual es un clima de odio idiota entre las dos partes que ni respeta a los veganos ni a los no veganos y en la que, con mis risas ocasionales por algún chiste, yo mismo he sido partícipe en el pasado.

Veganos que casi matan a sus gatos por obligarles a llevar una dieta vegana, carnívoros insultando el veganismo de forma constante, ignorancia que lleva a situaciones tan raras como ofrecer a un vegano un plato de pescado en lugar de la carne.

El Pero del veganismo

 El problema es que el vegano sigue destruyendo vidas, vidas vegetales y vidas micóticas que tienen una forma particular de sensibilidad y autoconsciencia que no comprendemos muy bien del todo pero que comenzamos a intuir.

Los hongos tienen una red similar a la red neuronal humana, subterránea, cuyas conexiones no hemos llegado aún a conocer.
Y las plantas tienen un sistema de sensibilidad intrínseca que les informan de daños de una manera simiar que el dolor en los animales.

Y son vida, tan vida como un pez o una gamba, cuyos sistemas nerviosos primitivos no les permiten tener una autoconsciencia pero siguen siendo una vida arrebatada por alimentarnos.
Una lechuga, un apio o una cebolla, son partes o todos de seres vivos arrancados de su medio natural por y para alimentarnos.

Las imágenes en Facebook

Existe un proceso que se conoce como desensibilización. Se da en las drogas, en los fármacos y en la violencia, entre muchas otras cosas.

Consiste en la disminución progresiva de respuesta ante un mismo estímulo repetido de forma constante. Como un sonido que está tan presente que ya ni lo sientes, o un olor al que te acostumbras.

Cuando vemos imágenes de cierta cantidad de violencia, el espectador medio en general se siente horrorizado. Pero a partir de cierto número e intensidad, el cerebro humano se fatiga y el individuo comienza a aceptar esas imágenes, produciéndole poco o ningún efecto emocional.

Digo esto porque mucha gente, con buenas intenciones, imagen de maltrato animal que ven, imagen que comparten de forma masiva para "hacer eco" del asunto.

Que es muy buena idea, si no produce el efecto contrario. El problema es que el 95% de la gente que suele navegar por Facebook no tiene que ser necesariamente licenciada en psicología con máster en psicología del comportamiento, y por lo tanto juzgar el nivel de violencia necesario para llamar la atención sin alcanzar el necesario para producir el efecto contrario, siendo difícil para profesionales en la materia, queda fuera del alcance de la mayoría de nosotros.

Vamos, que es una práctica irresponsable con una buena intención que, como dicen los ingleses, sólo sirve para empedrar el camino al infierno.

Por supuesto, la Vida Salvaje y el Ciclo de la Vida

Los animales comen plantas u otros animales. Es así como viven. Es un hecho.

No puedes alimentar a un carnívoro con dieta vegetariana o vegana, porque es una condena a muerte para ese animal. Por mucho que tú ames a todos los animales de la creación, el carnívoro con el que convives (y ya puestos depende de ti para alimentarse) no tiene esa relación emocional con sus presas.
Su alimento.

Del mismo modo, si estás en la selva africana con un león adulto hambriento que nunca te ha conocido, ten por seguro que ser vegano y miembro de Greenpeace no le va a impedir arrancarte las tripas para comer.

Los animales establecen lazos emocionales con su manada, y esa manada puede ser artificalmente mixta con algunos monos evolucionados o con algunos herbívoros, pero esa relación emocional desaparece con respecto a sus presas.

Intentando poner en claro todo este BrainStorming

El ser humano es un factor de cambio y artificialidad desde que dejó de ser un animal normal para convertirse en el animal deficitario que es hoy.
Tan deficitario que necesita de la tecnología y de la sociedad para sobrevivir física y emocionalmente; y a veces ni siquiera así.

Su relación con el resto de especies vegetales y animales ha variado desde el inicio, conforme ha sido consciente de su propia naturaleza, y ha dependido mucho de factores sociales y económicos de cada momento.
Si nos creemos que existe una entidad todopoderosa que, en un día que se sentía gracioso, decide que el culmen de su Creación fuera un mono asustado, deficitario y dependiente que es consciente de su propia limitación y mortalida, pero a su vez se siente todopoderoso e invencible, entonces es lógico que a partir de ese argumento el resto de la vida del planeta fuera hecha por y para ese monillo asustado.

Pero si nos alejamos de ese concepto y aceptamos que somos el fruto del azar pero que, por algún motivo (llámalo como quieras llamarlo, incluso si quieres llamarlo Dios, hazlo así) parece que progresa en una dirección que no simplemente asegura su supervivencia sino que pretende mejorarla y dejar huella de ella.
Es decir, aceptamos al ser humano como la punta del progreso evolutivo (aunque no es ilógico pensar que el culmen de la evolución es dejar de hacerse estas preguntas idiotas y de pelearnos por estas imbecilidades, y dejar en su lugar que los estúpidos monos nos alimentasen y nos dieran bolas de lana para jugar), y en esa aceptación hemos de comprender que ese progreso no es lineal ni saltatorio, sino ramificado en distintas áreas, ámbitos e ideas. Algunas ramas van para atrás. Esperemos que casi todas vayan para adelante.

Por lo tanto, como humanos, nos preguntamos si lo que hacemos con los animales es correcto, y cada uno da una respuesta que es más o menos respetable.

En el momento en el que estamos, una respuesta no aceptable es que los animales están ahí para nuestro uso y disfrute. Son seres sensibles y emocionales, que además hemos hecho aún más sensibles y emocionales al "contagiarles" de alguna forma nuestra visión formando manadas mixtas que ellos no terminan de comprender muy bien.

Una respuesta aceptable es el veganismo, pero también un no veganismo respetuoso.
Una aceptación de la muerte como parte de la vida, como origen de la vida. Nuestra vida se alimenta de muerte ajena, y eso no está mal, ni bien, es así. Es nuestra naturaleza, ni buena ni mala, simplemente dependiente de la muerte para vivir.
Algún día nosotros moriremos, todos, y daremos de comer a los gusanos y a los insectos, y a las bacterias que ahora son compañeras de viaje y que terminarán por corroer nuestra carne hasta que de nosotros no quede más que el inerte hueso. Y no tendrán reparos morales, esas bacterias. Ni esos gusanos. Ni las aves ni los roedores que se alimenten de esos gusanos. Ni los gatos que cacen esas aves y roedores y los pongan a los pies de su estúpido mono evolucionado para enseñarle cómo se caza.

Cerraremos el ciclo con nuestra muerte, nosotros también. Y quizás, sólo quizás, gracias al proceso artificial que nos permite ignorar la caza e ir al supermercado a comprar la vaca ya envasada, que nos permite dedicar el tiempo de caza a mejorar la tecnología y el pensamiento, antes de morir consigamos dejar el primer ladrillo para construir una sociedad mejor, donde los niños aprendan a respetar la vida de los gatos y los pueblos que la muerte cruel de un toro no es divertida.
A respetar la muerte de los animales que nos alimentan, a respetar sus vidas, a respetar su dolor.

Puede que el futuro no sea el veganismo (o sí, yo no lo sé). Pero el futuro debe ser el respeto y el evitar el sufrimiento. Porque el ser humano puede ser mejor, el mejor de los animales. Y si puede serlo, es su deber al menos intentarlo.

No veré si tengo razón, estaré descompuesto en aminoácidos, repartidos entre varios estados de la cadena alimenticia, pero eso no me impide soñar que pueda lograrse.
Un saludo a todos, y que os dejen dormir.

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