En todos los servicios de Urgencias del mundo hay un cartel que indica
no comer ni beber nada hasta ser atendido por el médico. E
indefectiblemente sin importar la nacionalidad, todo el mundo lo ignora
(bueno, puede que los canadienses lo respeten).
Por eso os digo : si vais a Urgencias de un hospital, sin importar el por qué o el dónde, guardad ayuno. No comáis, no bebáis. Si es vuestro hijo quien va, no le déis de merendar. No permitáis que se compre una bolsa de patatas en la máquina, que para empezar están carísimas que cuando yo iba a la EGB eso eran cinco duros, seis las que traían tazo.
Ya está. Eso era todo. Hacedlo.
Ah, que queréis saber los porqués. Queréis saber la verdad.
No estáis preparados para la verdad.
La explicación más lógica es que el lobby malvado de médicos-farmacéuticas-gobierno preferimos que paséis hambre. Porque así cuando al fin toca vuestro turno en urgencias, estáis aún más de mala leche, que es que a nosotros nos va la marcha.
Pues no, no es esa la explicación por muy lógica que parezca.
La explicación es la siguiente. Para operar necesitamos anestesiar a los pacientes. Resulta que los gritos y la agitación mientras operamos nos desconcentran un poco.
La anestesia existe en muchas formas, pero la más eficaz es la anestesia general. Totalmente dormido. Para ello, el anestesista debe conectar al paciente a un respirador.
Eso significa que, antes de hacer eso, ha de introducir sustancias para relajar la musculatura. Si no, creedme, el cuerpo no se deja.
Estas drogas relajan todos los músculos y especialmente la famosa epiglotis, esa valvulita que separa el tracto digestivo del respiratorio.
Imaginaos un escenario en el que esa válvula está floja y, por la posición en la mesa de operaciones y el mismo efecto de la anestesia, el paciente regurjita vómito a medio digerir, con su ácido clorhídrico y todo. Pues que una parte puede pasar a los pulmones.
Eso lo llamamos broncoaspirado, y no nos gusta, porque la comida en los pulmones no deja pasar el aire y el ácido no hace cosquillas, precisamente.
Para asegurarse que eso no pase, la forma más fácil es asegurarse que no hay comida en el estómago, osea que la persona esté en ayunas.
Y si usted está tan malo como para ir a Urgencias, la posibilidad de que lo operen debería estar en su cabeza, ¿no?
Pues cada poco tiempo tenemos casos de gente a las que se le ha tenido que retrasar la operación por haber comido en la sala de espera (o peor, haberle dado de comer a su hijo, a pesar de la indicación del médico).
No comáis, no déis de comer a los niños. Esperad a vuestro turno antes de comer. Por vosotros, por no tener que retrasar una operación ocho horas.
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