El texto está escrito durante la guardia, porque al final pude tomarme un tiempo para hacerlo (afortunadamente).
Todas las fotografías han sido tomadas esta mañana.
Hace poco leí una entrada genial sobre el "Saliente de Guardia", que os enlazo a continuación porque de verdad merce la pena.
Morphinna
Y
estando de guardia (como estoy), y en los minutos que tenga libre, voy a
intentar llegar un poco más lejos, hablar de la pre-guardia, la
guardia, el saliente y el post-saliente, y de todo lo que ello conlleva.
Antes
de empezar a gimotear como una adolescente tras la marcha de su
cantante favorito de la Boy Band del momento, voy a dejar claro un
punto.
Yo Sabía Lo Que Era Una Guardia Antes De Escoger Hacer Medicina.
Casi
todos los que decidimos coger medicina sabemos (o no tardamos en
descubrir) que como parte del "trato social" de ser médico están
incluidas las guardias de presencia.
Otro detalle que una
parte de la población no conoce, las guardias duran 24 horas, y eso lo
sabemos también antes de hacer nuestras elecciones.
Más aún,
todos hemos escuchado historias de médicos trabajando en el "saliente de
guardia" antes de terminar la carrera y cuando aún podemos escoger
alguna especialidad "sin guardias".
Todo esto
para decir claramente que, por mucho que llore y me queje durante toda
la entrada, es algo que ya sabía que tendría y que he elegido tener. De
eso podemos concluir que no se trata de una entrada para quejarme de la
situación en pos de un cambio ni busco la lástima. Es la simple
necesidad catártica de expresarme.
La Pre-Guardia
¿Qué
es la pre-guardia? Es un fenómeno psicológico parecido a la ansiedad,
una sensación de melancolía y reticencia que empieza a aparecer desde
unas horas hasta varios días antes de una guardia.
Se ve
estimulada por una previsión de una Mala Guardia (ya hablaremos luego de
eso) y es proporcional a la distancia entre guardias. A más guardias
juntas, menos ansiedad (por acomodación o por el efecto de lavado
cerebral que produce tener guardias muy juntas, no sé).
Este
sentimiento puede llegar a condicionar mucho al sujeto durante el día (o
incluso la semana) que precede a la guardia, haciendo que de vez en
cuando entre en melancolía, estupor, suelte exabruptos o incluso entre
en fases del duelo (negación, ira, negociación, tristeza, aceptación).
Suena
a exageración con fines humorísticos (y por el tono del blog podría
serlo perfectamente, y es que en parte lo es), pero he de decir que he
asistido de verdad a casos extremos de compañeros en los que la ansiedad
pre-guardia eliminaba todo componente social del individuo y lo
llevaba, incluso, a llorar durante horas.
Igualmente, incluso
la gente que tiene más defensas psíquicas contra la pre-guardia ha de
modificar en cierto modo su comportamiento en las vísperas de guardia.
Excepto
algún caso aislado, es poco recomendable salir "de juerga" antes de una
guardia. Y aunque yo no soy precisamente "el alma de la fiesta", sí que
supedito mis planes y mis horas de retorno muchísimo a este fenómeno.
La Guardia
La
ansiedad pre-guardia suele desaparecer en el momento en el que se viste
de blanco (o de verde, o de azul, depende del servicio y el hospital). A
partir de ese momento, el sujeto pasa a estar en un estado de alerta
patológico.
Esta primavera se lleva el blanco moteado de Betadine |
He de insistir en el siguiente punto porque aunque
la mayoría de mis contactos son del medio o tienen un contacto estrecho
con el medio, mucha gente que no tiene ese contacto no tiene esa
información (y no se la cree muchas veces).
Una guardia son 24 horas de presencia en el hospital.
Eso
no tiene por qué significar 24 horas de trabajo ininterrumpido... pero
sí que puede darse la situación, y desde el momento en el que nos
enfundamos el pijama y cogemos el busca, asumimos que durante las
próximas 24 horas podríamos no tener un momento de respiro.
Las consecuencias de esa consciencia son variadas, pero nos vamos a centrar en las dos más importantes.
Primero,
nuestro estado de alerta aumenta enormemente. Soltamos adrenalina a
mansalva, nuestras tiroides se vuelven locas y empezamos a tener
taquicardias. En CUALQUIER momento desde CUALQUIER lugar puede surgir
trabajo que puede ser de CUALQUIER tipo.
Desde un accidente de
tráfico con la tibia asomando hasta un esguince de tobillo, desde un
infarto en un paciente con triple by-pass hasta una arritmia puntual sin
significación clínica. Desde la cosa más grave del mundo hasta la
tontería más banal.
Y tienes que responder a todo,
inmediatamente, de igual forma porque HASTA QUE NO LLEGAS AL ENFERMO NO
PUEDES SABER ANTE QUÉ TE ENCUENTRAS.
Acabas aborreciendo el
sonido del busca. Si era tu canción favorita, ahora detestas el grupo
entero y la discografía. Si era un sonido incordiante, ahora puebla tus
pesadillas.
Segunda, tu cerebro busca de forma
ansiosa el reposo. Por eso es mala idea llevarse apuntes para estudiar
en una guardia, o trabajo que realizar, o artículos que escribir. El
estado de alerta es tal que cada pequeño minuto va a ser reclamado por
tu necesidad de DESCANSO, ya sea viendo vídeos de gatitos o leyendo
periódicos deportivos o escribiendo entradas de blog.
Llegamos ya al tema peliagudo. Qué es una buena o mala guardia. Porque aquí para gustos colores.
Como
es mi blog, os diré que para mí la mejor guardia es aquella en la que
el trabajo no para desde por la mañana hasta la noche, sin llegar nunca a
acumularse demasiado para no estresarme, y que me dejen dormir.
Es casi un mantra. Que me dejen dormir.
¿Es
que puede darse (se preguntará el neófito) una guardia en la que no
pares de trabajar absolutamente nada y no puedas ni dormir?
Sí,
pero son las menos. Por el contrario, algo que puede ocurrir con mucha
facilidad es la guardia del Sueño Imposible, aunque no sea porque
siempre exista algo que atender.
Me explico. Es medianoche,
todo está ya tranquilo. Has podido incluso cenar y todo y no hay
pacientes esperando para ser atendidos.
En ese momento te vas a la cama lleno de confianza y de satisfacción por tu trabajo bien hecho, recitando para ti el mantra.
Que me dejen dormir.
Te acuestas, das dos vueltas y comienzas a amodorrarte... cuando suena el busca.
Opa gangnam style. O algo aún más irritante.
Eeeeooo, sexy lady... |
Es
un hospital periférico, que te va a enviar alguien para que le eches un
ojo. Dependiendo la distancia, puedes plantearte echarte una siesta
hasta que llega.
Solo que no te echas la siesta. Va a llegar. Y
tú, amigo mío, eres el especialista, así que SEA LO QUE SEA LO QUE
LLEGUE, va a tocarte a ti darle una solución.
Pasa una hora, o una hora y cuarto y te llaman.
El paciente, al fin.
No. Es la planta, que el tratamiento de la señora Menganita no está puesto en el ordenador y no pueden dárselo.
Te levantas, enciendes el ordenador, escribes el tratamiento. Vale, a seguir...
El busca. Es el paciente, que ya ha llegado.
Son las dos de la mañana. Lo escuchas, lo atiendes, lo tratas. Antes de las tres no has terminado.
Porque
puede que trabajes rápido y durante el día puedas gestionar un caso
sencillo en veinte minutos, pero por la noche ni te quedan las energías
ni le queda al resto del personal y todo va más lento.
Así que
son las tres y el chute de adrenalina que has lanzado para poder tratar
al paciente te dura todavía. Hora de intentar infructuosamente dormir
durante otros tres cuartos de hora.
El tiempo suficiente para una llamada de otro centro periférico. Vuelta a empezar el ciclo.
Perfecto.
La noche destrozada y sólo has visto dos pacientes. Y no has dormido
nada, apenas arrancado algunos minutos en los tiempos de espera.
Eso, amigos míos, eso es una Mala Guardia.
Y de esas hay más de las que podáis contar.
El Saliente
Como ya he linkado un artículo sobre el saliente de guardia, no voy a extenderme mucho aquí, que para eso está muy bien escrito.
Para resumirlo, es la peor resaca de tu vida. Y encima ni siquiera te estabas divirtiendo en una fiesta.
Satisfacción es dejar esto atrás cuando llega el relevo |
El Post-Saliente
Este
es un fenómeno curioso. Resulta que hay un día, justo tras el saliente,
en el que aún son muy patentes los efectos de cambio del ritmo del
sueño secundarios a la guardia y al saliente de guardia.
Para
mí, muchas veces el post-saliente es peor que el saliente. En el
saliente aún queda mucha adrenalina, y además la mayor parte de las
veces podemos tomarnos el día libre (como está estipulado).
Pero el post-saliente es un día de trabajo normal y corriente, en el que el universo no ha recuperado su ciclo normal.
Entonces, se preguntará el lector avispado, ¿qué ocurre si el post-saliente resulta ser OTRA GUARDIA?
Pues es lo que llamamos:
El Mete-Saca
Fenómeno
más frecuente de lo pensado, encadenado de guardias que se suceden una
tras otra. Sonará a broma, pero a partir de la cuarta guardia, los días
de saliente empiezan a no-existir. Tienes la sensación de que el
hospital, la guardia, es tu mundo; y todo lo que está fuera no existe en
realidad, forma parte de un sueño extraño que tienes entre guardias.
Mi
récord está en 6 guardias seguidas. No es el más alto (sé de alguien
que llegó a las 15, es decir, un mes entero de mete-saca). Pero,
sinceramente, no lucho por superar mi récord.
Las Guardias de Castigo y las Guardias de Fin De Semana
He
de reconocer que he tenido la suerte de no enfrentarme nunca a estos
dos fenómenos. Pero ya que estaba haciendo esta entrada, he preferido
reseñarlos.
Una guardia de castigo es un fenómeno que ocurre
en países de sudamérica. Nunca lo he escuchado nombrar en España y en
Francia (no significa que no ocurra, sólo que no tengo datos al
respecto). Son guardias sin saliente encadenadas como castigos por
"faltas" que pueden ir desde lo grave hasta lo pueril.
Una
guardia de fin de semana es lo que su nombre indica. Un fin de semana,
viernes, sábado y domingo, de guardia. A cambio, el resto de fin de
semanas de un ciclo (dependiente de cuántos médicos hagan guardia en esa
especialidad) están siempre libres.
Conclusiones, o algo parecido
Os invito a un metafórico Café De Saliente, oh, dulce regalo de los dioses |
No
sé cómo cerrar la entrada. No quiero que esto suene a excusa para cuando un
médico es desagradable o se equivoca, porque como dije al principio el
estar de guardia es algo que asumimos como parte de nuestra profesión.
Tampoco
creo que esta información deba caer en saco roto, porque como seres
humanos que somos, las situaciones de cansancio o tensión extrema nos
afectan también, y a veces un simple punto de empatía se agradece.
Digamos,
en fin, que la guardia y sus fenómenos acompañantes son un hecho,
forman parte de nuestra realidad y pueden afectar a nuestra relación con
los pacientes. Que el público los conozca, que nosotros los
reconozcamos, es importante para ayudarnos, unos y otros, a mejorar esa
relación.
Porque al final lo importante es eso, la relación
médico-paciente, el centro del acto médico y lo que puede llevar al
éxito o al fracaso de lo más importante del mundo: proteger la salud.
Sigamos con la guardia, que ya le queda menos.
Un abrazo a todos.
Y que os dejen dormir.
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