Se atribuye a Voltaire la frase "No comparto su opinión pero defenderé hasta la muerte su derecho a expresarla", cuando al parecer el texto original (una carta del filósofo) rezaba así más bien:
J’aimais l’auteur du livre De l’Esprit.
Cet homme valait mieux que tous ses ennemis ensemble ; mais je n’ai
jamais approuvé ni les erreurs de son livre, ni les vérités triviales
qu’il débite avec emphase. J’ai pris son parti hautement, quand des
hommes absurdes l’ont condamné pour ces vérités mêmes.
Porque esa moda de atribuir frases a personajes importantes no es nueva ni viene de internet.
Evidentemente esta frase viene al pelo, no obstante, para abrir una entrada sobre el tema candente.
Antes de nada aclarar (aunque no creo que sea necesario) que mis condolencias están con las familias de las víctimas y por principio estoy en contra de todo acto de violencia.
Mucho se ha discutido sobre el ataque a la libertad de expresión, los límitres de ésta y su valor real en la sociedad actual. El problema es que muy buena parte de ese debate está polarizado en tendencias políticas, y esa polarización lleva siempre a una serie de sesgos de valoración o de juicio de ese valor. Aunque una persona consiga salirse de su tendencia política (cosa que no es fácil y muy pocas veces se intenta) para hacer una opinión blanca, el que tenga una tendencia política va a condicionar también a sus lectores, enturbiando un debate que, en realidad, no tiene nada que ver con el color con el que queramos pintarlo.
No es una cuestión de progresistas contra conservadores, no es un movimiento más en la partida (verdadera o no) que mantienen los dos grandes epicentros de la ideología. Es más profundo que eso, es una cuestión de las formas, es decir, de las reglas del juego. Y no podemos tener una discusión sobre las normas del juego después de escoger el color de la ficha.
Por eso quiero plantear la pregunta desde un punto de vista apolítico.
Antes de entrar en materia, cuando digo que el abordaje del tema va a ser apolítico lo digo con convicción; es más, estoy tan convencido de ser apolítico como de que me equivoco al decir que soy apolítico.
Nadie es apolítico. Político viene de polis, ciudad (cita obligatoria a Sir Pratchett, hecho), y como ciudadano tengo una participación en las decisiones (más o menos verdadera, ya dejo el terreno abierto a conspiranoicos), y evidentemente tengo una ideología más o menos consciente. No me da todo igual, porque si me diera igual todo no estaría escribiendo este artículo, sino publicando alguna crítica de cine o literatura.
Pero yo sigo feliz pensando que no me oriento ni a un lado ni al otro (aunque eso al fin y al cabo es imposible) porque desde ese punto de vista veo más accesible tratar de cuestiones como el tema de hoy.
Por otra parte, no tengo una respuesta. Lo que me gustaría con esta entrada es abrir el debate para, entre varios, encontrarla (si es posible) o al menos acercarnos lo más que podamos a ella.
La pregunta clave es posiblemente cuál es el límite de la Libertad de Expresión.
La respuesta fácil sería:NINGUNO.
La Libertad de Expresión debería ser un derecho de toda persona, inalienable y que merece ser defendido.
"Pero", ay los peros, cuánto se han extendido estas semanas en Internet. Vamos a acabar haciendo sidra con tanto pero.
Pero luego sacamos ejemplos que nos hacen preguntarnos si de verdad todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión, y puede que en nuestro fuero interno acabemos pensando que todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión MIENTRAS SEA LA CORRECTA.
Es decir, tenemos claro que la libertad de opinión hay que defenderla hasta que alguien dice algo que NO ES CORRECTO.
El problema es que el decir que algo es CORRECTO o INCORRECTO no le corresponde a un juez arbitrario metafísico o metalingûístico que con su dedo acusador borra el comentario o el artículo del ERRADO.
No.
Los temas que tratamos habitualmente y que producen debate sobre la Libertad de Expresión suelen ser temas sobre los que no hay datos claros y objetivos (casi nunca), sino sobre temas en los que debemos usar OPINIONES o, en el mejor de los casos TEORIAS.
Pongamos un ejemplo práctico y sencillo. El racismo.
Casi todos los que me lean pensaran de primera hora que el Racismo Es Malo.
Vamos, yo también lo pienso.
Pero el valorar el racismo como "Bueno" o "Malo" es algo arbitrario e inventado por los humanos. Como el racismo mismo, que es igualmente arbitrario e inventado por los humanos. El racismo per se no es para nada biológicamente rentable, pues disminuye la diversidad y va a favor de la deriva genética.
Entonces, la existencia de páginas web que fomentan y aplauden el racismo, debería prohibirse... Idealmente sí, el Racismo Es Malo.
Pero estamos entonces atentando contra su derecho de expresión, aunque expresen una idea que para nosotros es INCORRECTA.
Vamos a un caso más extremo. Las páginas pro-Ana.
En este caso estamos en una situación aún más seria, porque son páginas que fomentan una ENFERMEDAD. Y la enfermedad es MALA desde el punto de vista que ataca la salud del individuo.
La prohibición de las páginas web pro-Ana podría SALVAR LA VIDA de millones de chicas que, desesperadas por la mierda de ideal de belleza que impera en la soceidad actual, acaban sufriendo uno de nuestros peores inventos.
Pero de nuevo, si una persona tiene la opinión de que la belleza se encuentra en parecer un esqueleto sobre el que han estirado un pellejo no demasiado sano, sigue siendo parte de su LIBERTAD. Incluso si expresa una idea PELIGROSA.
Lejos de estos dos casos extremos, llegando ya al tema que todos tenemos en mente y que motiva esta entrada del blog, nos encontramos con la FALTA DE RESPETO.
La FALTA DE RESPETO en sí es mala.
Pero... con mis comentarios sobre el racismo y la pro-anorexia estoy FALTANDO AL RESPETO a la gente que cree que el racismo es bueno o que la anorexia es lo mejor.
Digamos que la falta de respeto es tan mala como necesaria. Es necesario que exista un sistema de control social para ciertas y ideas y comportamientos, para evitar que se hipertrofien y acaben teniendo demasiado poder.
No por ello estoy a favor de cualquier falta de respeto. Sólo aquellas que tienen bien clara su función, que no son por ser. Es ese el problema, decidir qué falta de respeto es útil y, por lo tanto, admisible, y cuál no.
En la época de la corrección política y de agarrárnosla todos con papel de fumar, no vaya a enfadarse alguien, es difícil realizar juicios de valor sobre manifestaciones transgresoras o faltas de respeto y entender el porqué subyacente.
También en esta época, en la que personas que no hacen absolutamente nada ganan sueldos semanales que familias de trabajadores incansables no verían en cinco años, y que nadie salga manifestándose ante semejante injusticia, el pedir a la media poblacional que sepa qué es un juicio de valor se antoja utópico.
Es necesario que las instituciones tengan un espejo sin mordaza para poder saber la opinión real del pueblo ante sus actos y su forma de actuar. Es necesario que los grandes paradigmas sean cuestionados, porque es ese cuestionar los paradigmas lo que va a reforzarlos o derribarlos, pero en todo caso pulirlos y adecuarlos a la actualidad y necesidad, a la realidad humana.
Por eso es necesario un instrumento de falta de respeto, llámalo revista de humor o llámalo bufón real.
Pero el tener clara esta función social no quita el hecho de que, por principio, estoy en contra de las faltas de respeto, porque insultan y agreden y producen dolor en la gente que se siente afectada. Y es aquí donde yo me quedo sin respuestas, donde los límites se desdibujan y no sé qué decir.
Cómo valorar una generalidad llena de casos complejos que bailan en la línea del insulto porque sí y de la crítica necesaria.
Pero para ello hace falta información, conocimiento y guía, y estudiar cada caso concreto con lupa.
Y nada de esto soluciona la cuestión principal, que es si la Libertad de Expresión tiene límites o no.
No he llegado a ninguna conclusión en realidad. Lo único que me queda es una opinión:
La Libertad de Expresión tiene que ser universal, ilimitada e
inviolable... pero el Ser Humano de hoy día se esfuerza por no
merecerla.
Si alguien tiene otra opinión, la discusión será siempre bienvenida, a ver si entre todos logramos dar con una respuesta.
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