Es curioso ver
cómo se habla de la situación políglota de nuestro país fuera de él, lejos de
la politización que se ha hecho de este tema. Te encuentras con errores de
concepto y desconocimientos bastante graves, y en buena medida nuestros “bien
amados” políticos tienen la culpa de ello.
Por eso,
intentando como siempre encontrar más preguntas que responderlas, le he tirado
de cabeza hacia uno de los temas más falsamente polémicos de nuestro país. La
multitud de lenguas.
Porque cualquier
persona que empiece a estudiar idiomas entiende, a partir de cierto momento,
que la lengua no es sólo un instrumento para la comunicación, sino que además
tiene una influencia y es resultado de una cultura. Aprender una lengua es
entender un poco mejor a otros distintos a nosotros, conocer nuevos puntos de
vista y de algún modo volvernos más tolerantes y sabios.
Por ello, y como
inicio de esta entrada, quiero dejar claro mi opinión. La multitud de lenguas
en España es una de sus riquezas más importantes, desde el punto de vista que
un país con cuatro lenguas oficiales, que son todas originarias del mismo y no
provienen de colonizaciones extranjeras, con dos orígenes distintos (uno de
ellos desconocido), debería ser un país rico en cultura, tolerancia y
sabiduría.
Pero no lo es.
La culpa de ello
la tienen el pasado, la politización, la demagogia y el radicalismo. Cuatro
jinetes que han pisoteado con sus cascos un posible acervo cultural
extraordinario y único, y que por el contrario han llevado a una situación de
descontento, ira y malestar de las que, desde el punto de vista del que lo mira
desde aquí en la diáspora, no tienen mucha solución.
Pero no porque
algo no parezca tener solución significa que no la tenga. Porque yo no vaya a
encontrar la solución no significa que no lo vaya a intentar. Porque de las
cenizas avergonzadas de mi intento a lo mejor alguien saca la herramienta que
necesita, purificada y refinada, para llegar a conseguirlo.
Empecemos bien
con una definición que no todo el mundo tiene clara: no es lo mismo lengua,
dialecto o acento.
Acento es una
forma oral regional de un idioma, que no es más correcta o incorrecta que otra,
simplemente es distinta y evidencia una evolución del mismo que es necesaria para
su progresión. No existe un acento perfecto o correcto, existe un acento más
cercano o más lejano a la transcripción fonética, y quien no quiera ver esto
que se tape los ojos, porque es a través de los acentos que la lengua progresa
y busca su camino hacia expresiones más efectivas y ricas.
Dialecto es una
modificación de una lengua por condiciones locales que contiene suficientes
diferencias con la lengua origen como para ser considerado una entidad
diferente sin que cumpla las condiciones necesarias para ser considerado una
lengua.
Lengua es aquella
que tiene hablantes, literatura y gramática. Lengua oficial es aquella aceptada
por las instituciones de un estado, y si bien en Luxemburgo la lengua original
es el luxemburgués, las lenguas oficiales son también el francés y el alemán.
En España tenemos
cuatro lenguas oficiales, el Catalán, el Gallego, el Euskera y la cuarta de la
discordia, la segunda lengua de hablantes en el mundo tanto en la categoría de
primera como de segunda lengua, aquella que unos llaman Español y otros
Castellano y al parecer llamarlas de una forma u otra tiene cierto tinte
político de cuyo nombre no quiero acordarme.
Escribo esta
entrada ANTES de publicar la entrada sobre el cambio de nombre del blog, y un
poco en previsión de lo que pueda ocurrir, dejo claro que el usar uno de los
dos nombres para el idioma (español) estuvo motivada sobre todo por una
cuestión estética: me permitía añadir más eñes y, por lo tanto, reforzar el
mensaje.
Porque es cierto
que tras un tiempo interesado en cuál de las dos formas de llamarlo debería
usar, acabé con la conclusión que usar uno u otro es una tontería absoluta y
politizar algo tan sencillo como el nombre del idioma era un síntoma de la
estulticia política de nuestra España. Así que decidí voluntariamente olvidar
qué grupo político apoya qué denominación y usar ambas indistintamente.
El punto es que
se discute mucho sobre el idioma a usar en según qué regiones. Y hay un origen
histórico en este asunto con cierto personaje que, entre tantas estupideces,
decidió prohibir el uso de ciertas lenguas por vaya usted a saber qué razón de
eso de las dos Españas que debería estar ya enterrado y no lo está.
Porque a alguien
le conviene.
Yo no pertenezco
a ninguna de las dos Españas, yo pertenezco a Europa. Pero no la Europa de la
Merkel que intenta dominar el Mundo (como estoy en la frontera, desde aquí
puedo escuchar cómo se martillea en la forja del Anillo de Poder que la
canciller ha ordenado fabricar a sus esclavos gnomos con el oro del Rhin).
Pertenezco a una
Europa que aún no existe, una Europa que no levanta fronteras entre sus países
sino que se abre. Un Estado Federal lleno de Regiones que, orgullosas de su
origen y pasado, miran a un futuro en el que entre todos construyamos una
moneda fuerte, una economía resistente, una educación homogénea en lo alto y
una justicia equitativa. Vamos, que vivo en una utopía absoluta.
Al menos me libro
de vivir en la distopía en la que nos encontramos.
En ese Estado que
no existe, cada Región puede construir su cultura a partir de la lengua que
escoja, y permite a los ciudadanos escoger segundas y terceras lenguas dentro
de una gama increíble.
Y es que pocos se
plantean una cosa: fuera de debate de la obligación o no de estudiar una lengua
oficial de un estado en ciertos territorios, nadie se cuestiona la ausencia de
oportunidad de estudiar otras lenguas oficiales FUERA de esos territorios.
Como andaluz,
nunca se me ofreció estudiar gallego, catalán o euskera, lo que quiere decir
que es una discriminación con respecto a los ciudadanos de otras regiones de mi
propio país.
Nunca he
escuchado a nadie plantear esta cuestión desde este punto de vista, porque
estamos tan politizados en el asunto nacionalismo vs no nacionalismo que ni nos
imaginamos esa posibilidad. Acceder a otras culturas dentro de nuestro propio
país, negadas porque alguien ha decidido usar esa cultura como arma arrojadiza
o red caza-votos.
Ningún andaluz se
plantea aprender gallego, por ejemplo. Y, mire usted por donde, si yo hubiera
tenido como segunda lengua el gallego ahora podría aprender más fácilmente el
portugués, lengua de nuestros vecinos y de uno de los países emergentes de
Sudamérica. Si yo supiera catalán, mucho del esfuerzo que he dedicado a
aprender francés y del que debería dedicar para aprender italiano se
reducirían, porque en cierto sentido es una lengua que funciona bien como
“puente” por mera proximidad cultural. El euskera, como lengua de origen
desconocido, es una llave a un esquema de pensamiento al que yo no puedo
acceder, englobado por la herencia del latín como estoy.
No Existe El
Idioma Cuyo Aprendizaje Sea Inútil porque ya no hablamos en términos absolutos
de número de hablantes y de utilitarismo capitalista, hablamos de ser un ser
humano lo mejor posible y de alcanzar respuestas lo más universalizables
posibles.
Porque, señora/es,
estamos en la era de internet y todo lo que se escribe en un blog puede ser
consultado en (casi) cualquier rincón del planeta. Intentar llegar a la mayor
cantidad de gente posible con tu mensaje debe ser el objetivo.
Y si puedes
acceder a la fuente de comprensión humana que es una nueva lengua, tienes
llaves para todas las puertas que te encuentres.
Pero no, oiga,
que esta lengua es de este rinconcito y además vamos a usarla como propaganda y
si habla la lengua “x” hay que defenestrarlo (y la simple sustitución de esa
“x” por una u otra lengua le dará al lector la orientación política del
discurso).
Antes de acabar,
un mero inciso como consejo sobre la educación y su ausencia. Hablar más de una
lengua es maravilloso. Reivindicar tus lenguas natales, sean una, dos, tres o
quince es precioso y estoy a favor de ello. Usar una lengua que una de las
personas con la que estás no conoce, existiendo una lengua común que todos
conocen, es una falta de educación. No es política, no es derecho, no tiene
nada que ver con tus sentimientos (lógicos y admirables) de amor por lo tuyo.
Es simplemente una falta de educación enorme, una falta de respeto que te
degrada como ser humano.
Y es más
frecuente de lo que parece. Me he tenido que encontrar con la situación de
forzar a hablar inglés porque uno de los compañeros era japonés y no tenía ni
idea de francés, que era la lengua natal para el resto.
Eso está muy feo,
que te diría tu abuela.
Haciendo eso sólo
conseguiremos mantener cerradas unas puertas que no debieron nunca existir, y
que ya es hora de abrir, porque dentro huele a cerrado y si no se airea salen
humedades.